sábado, 19 de octubre de 2013

Enseñar conocimientos entre iguales

Buenos días,
Estas líneas sobre el ejercicio que hicimos en clase sobre el pasado lunes, son las conclusiones que comentamos en el grupo después. Por tanto son fruto del trabajo de:  Elena Félix, Silvia Fernández, Flavia Piñeriro, José Javier Martínez, Lucila Estrada, María Jaén, Paula Navarro y Estíbaliz Espejo-Saavedra.
Con respecto al ejercicio propuesto, nos gustaría comenzar estas conclusiones con una cosa que observamos, y que quizá no se haya señalado hasta ahora -si es así, corregidme- y es que nos resultó mucho más fácil, en cualquiera de los tres casos, enseñar y aprender, o al menos comunicarnos, entre iguales. El ambiente era más distendido. Tanto cuando tomábamos el papel de alumnos como el de profesores, los miembros de ambos grupos estuvimos relajados, las distancias eran más cortas y la interacción fácil. Probablemente la distribución circular al rededor de una mesa, también ayudó. Nunca ninguna de las personas que tomaron la palabra pareció ocupar el lugar simbólico de profesor clásico, como autoridad intelectual por encima de los demás, e incluso el resto participaba o ayudaba a la exposición mediante preguntas.
Si bien esto podría no tener relevancia en cuanto a cómo se explica algo que se conoce o no, nos parecía importante señalarlo, precisamente, relacionándolo con lo que vimos anteriormente con el ejercicio de categorizar las categorías de profesorado que hicimos la semana anterior.
Pero, si nos dirigimos concretamente al trabajo de cómo enseñar qué, hemos observado que, desde la perspectiva de quien enseña, íbamos abriendo más el diálogo y la participación a medida que lo explicado nos era más desonocido.
En el primer caso, en el que explicábamos a los compañeros de la especialidad de inglés, qué era un soneto, hicimos más bien una explicación tipo magistral. Habíamos organizado cómo exponer el tema y buscamos un material ad hoc. Concretamente un soneto de Lope de Vega en el que se explica cómo es un soneto. Sin embargo, tal y como comentamos después, no dejamos demasiado espacio al conocimiento compartido y la interacción. Como especialistas en el contenido concreto, nos costaba dejar cabos sueltos, partes sin explicar.
El segundo caso, en el que quisimos enseñar cómo se suben y bajan las escaleras mecánicas en Madrid, la clase fue más cooperativa, anecdótica y lúdica. Preparamos la presentación casi como si se tratara de una obra de teatro, algunos explicaban mientras otros representaban las instrucciones simulando con mímica cómo llevarlas a cabo. Los compañeros que tenían el roll de alumnos interactuaron y contaron muchos casos de cosas que les había ocurrido a ellos. En definitiva, un tema que parecía que no iba a dar de sí, porque en teoría todos lo conocíamos bien, terminó siendo un tema con mucho para comentar. Quizá porque todos nos sentimos lo suficientemente cómodos y teníamos experiencias al respecto.
Por último, tratamos un asunto que no conocíamos en profundidad y del que todos teníamos alguna idea previa. Pero quisimos además, que se tratase de algo que nos pareciera importante, para que pudiera despertar el interés de aquellos a quienes iba dirigido. Fue el tema más difícil de elegir, consensuar y preparar. Por eso, mientras organizábamos cómo tratarlo, pensamos que quizá sería más útil lanzarlo como debate con el fin de que todos juntos aportásemos datos para construir conocimiento. Elegimos: Funcionamiento y utilidad del Senado en España. Aunque apenas nos dio tiempo a mucho, y no llegamos a demasiadas conclusiones, al contrario de lo que nos podía haber parecido a priori, entre todos descubrimos que teníamos más nociones de las que pensábamos. Si alguno decía algún dato, otros recordábamos otros relacionados y así, poco a poco y entre todos, conseguimos ir dándole algo de forma. Parece importante señalar que en este caso, como nadie conocía en profundidad el tema, las fronteras entre quienes enseñábamos y quienes aprendían se diluyeron casi por completo. Todos aportamos y todos aprendimos.
Tal y como hemos comentado en el grupo después, podríamos concluir que para que exista aprendizaje no parece tan definitiva la división de profesor como absoluto experto que, como diría Paulo Freire*, vierta conocimientos sobre un alumnado pasivo que simplemente los acumula. De hecho, a pesar de que fue expuesto de forma clara, ejemplificada y bonita, nos preguntamos si ahora mismo nuestros compañeros sabrían decirnos algo sobre el soneto, o simplemente terminaron por olvidarlo con rapidez. Parece que, desde nuestra misma experiencia como alumnos en esa actividad, nos hemos quedado más con las cosas que hablamos entre todos, que las que se enseñaron de forma magistral.
Esperamos que estas conclusiones os hayan servido para entender también vuestros propios procesos. Gracias a todos por exponer las vuestras.
Un saludo

*En otra asignatura hemos visto algo del trabajo de Paulo Freire y su teoría de la "Enseñanza bancaria" y no podemos dejar de relacionarlo con las conclusiones que hemos sacado de esta práctica. Aunque los compañeros de nuestra clase lo conocen, se puede consultar pinchando en el siguiente enlace: "Paulo Freire. Constructor de sueños"

1 comentario:

  1. Hola

    Buenas conclusiones. El objetivo del ejercicio (por llamarlo así) es que sirviera para sensibilizaros un poco más con vuestro propio hacer como profesores y con cómo influyen en él vuestras propias concepciones implícitas. Así pues, genial también lo de preguntaros tras vuestra clase qué es lo que vuestros alumnos pudieron aprender.

    A veces esquemas muy rígidos sobre cómo han de funcionar las cosas y sobre cómo deberían de haber funcionado impiden siquiera atender a la información que nos da la propia realidad. Un docente que se pregunta sobre su hacer es un docente en disposición de cambiar.

    Enseñar algo que se desconoce está muy relacionado con los procesos de indagar, de investigar, de explorar -fundamentales en el ámbito educativo. Luego también está el tema de cómo se enseña algo que se piensa que ya se domina.

    Don Finkel, en el 7º capítulo de su libro "Dar clase con la boca cerrada", aborda la cuestión de ir más allá de la figura del profesor como experto narrador del contenido de su asignatura. Durante mucho tiempo la identidad docente ha estado ligada a eso. Pero el tema no consiste en demostrar qué se sabe, ni posicionarse en este sentido. Sino, en ayudar al otro a saber.

    Gracias por vuestro post

    Por cierto, muy bueno el vídeo sobre Paulo Freire, no lo había visto. Lo recomiendo para quien aún no lo haya visto.

    Un saludo
    David

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