viernes, 18 de octubre de 2013

Reflexión sobre enseñar y hablar

Esta entrada es en representación del grupo de inglés formado por Javier Hernanz, Lorena de la Fuente, Luna Arroyo, Dayane Iglesias, Claire Van Poperin, Alexandra Manzareanu,  Mónica García y Miguel Aguilar. En relación a la primera parte, en la cual debíamos enseñar a nuestros alumnos (esta vez el grupo de lengua castellana y literatura) algo que dominásemos ampliamente. Decidimos enseñar el Present Simple, algo que todos nosotros conocemos y nos resulta fácil de enseñar. Mientras preparábamos nuestra “lección de cinco minutos” decidimos que debíamos dividir nuestra lección en partes para poder así abarcar de un modo ordenado nuestra explicación. Decidimos hablar de sus formación, sus usos y compararlo con el español (ya que los tiempos difieren en algunos usos). A la hora de planificar esto, por lo general nos sentimos con confianza, seguros de lo que hablábamos pero al mismo tiempo precavidos para no cometer ningún error y ser correctamente académicos. Algunos de nosotros llegamos a sentirnos hasta presionados debido a lo académico del tema elegido.

En segundo lugar, en cuanto al tema que conociéramos pero no fuéramos expertos en él, decidimos enseñar como hacer una tortilla de patata (con cebolla, importantísimo). De cara a esta segunda enseñanza, nuestra actitud fue bastante más relajada que en la primera. Simplemente decidimos repasar entre todos de manera bastante ligera los ingredientes y los pasos a seguir para conseguir una buena tortilla. El ambiente, tanto en la preparación como en la explicación, fue mucho más distendido. La explicación no fue precisa en cuanto a las cantidades por ejemplo, simplemente fue una explicación breve del proceso. Cabe destacar, como curiosidad, que el grupo de lengua castellana y literatura decidió tratar el mismo tema que nosotros. Sin embargo, ellos sí fueron más exactos con las cantidades.

Por último, a la hora de enseñar algo de lo que no supiéramos nada, decidimos tratar el golf. Si bien es algo que conocemos de haber visto en la televisión alguna vez, ninguno de nosotros conoce el deporte más allá de meter la bola en un hoyo utilizando un palo. Para “preparar” nuestra lección, mejor dicho, charla, decidimos poner en común los conocimientos que tenemos sobre el tema, sin estar muy seguros de si estos eran correctos o no, y sumar todo lo que sabíamos para hablar de ello. Esta exposición de conocimientos sobre el golf no tuvo ninguna cohesión, simplemente hicimos una lista de lo que conocimos y hablamos de ello, sin tener ningún punto de vista didáctico. En otras palabras, no enseñamos nada, simplemente hablamos sobre un tema.

En definitiva, cuando se trata de enseñar algo que conocemos y dominamos, no nos resulta demasiado difícil organizar la información y presentarla de una manera comprensible para el alumno, pensando en su aprendizaje. Sin embargo, cuanto menos sabemos (o menos expertos somos) de un tema, más difícil nos resulta pensar en el alumno y más nos dedicamos exclusivamente a hablar, quizá incluso a la ligera en algunos casos. Además, hemos experimentado que los temas estrictamente académicos nos pueden llegar a poner más en tensión a la hora de explicarlos que los temas cotidianos o día a día, con los cuales nos sentimos más relajados.

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